Revista Literaria del I.L.C.H, (Instituto Literario y Cultural Hispánico, con sede en California)
Editorial: Vinciguerra
2009
Reseña de Pág. 401
En la dedicatoria manuscrita con rapidez y espontaneidad por María Paula Mones Ruiz al darme su libro, me anticipa que sus páginas son “memorias del corazón”. También el Prólogo, de una querida docente y poeta, Rosa María Sobrón, escrito en su último verano de 2008, nos dice que La Clave es una bella autobiografía que da cuenta de los sueños e ilusiones, de la vida en lo que tiene de realidad y fantasía y de las esperanzas y espectativas futuras.
Si nos preguntamos qué puede pasar y sentir una dulce jovencita de quince años, perteneciente a una familia cristiana, no vacilaremos en darnos cuenta de su armoniosa relación con sus padres pero que, como la sirenita del cuento de Andersen que universaliza la búsqueda de toda adolescente, María Paula desea encontrar el amor que la hará fecunda para poder cumplir el mandato bíblico asignado a la mujer: ser madre.
Ese sueño se hizo realidad, tres hijos hicieron y hacen posible una comunicación dialógica que se transforma en poesía en la mente y el corazón de la feliz madre “en una ferviente manifestación de amor”, como lo señala la prologuista, a quien la autora dedica su libro en la primera página.
La Clave es la primera nouvell de María Paula Mones Ruiz entre otros libros de poemas de su autoría. Inspirada quizás, en el diseño de tapa que reproduce una pintura de Edgard Degas, la Dra. Gloria O. Justa Martinez escribe en la contratapa: <<La Clave: Clave de amor, única que puede descifrar el ascenso espiritual de un corazón esencialmente lírico, que apenas toca la tierra como punto de apoyo para su elevación; tal como la bailarina, en puntas de sus leves pies, casi no roza el suelo en los graciosos vaivenes de sus zapatillas de seda>>.
El texto, dividido en dos partes y un Epílogo, se inicia con la figura del viaje hacia un pasado biográfico, hacia las primeras transgresiones de las disposiciones familiares formuladas como el deseo paterno dirigido a su hija: no fumar, y de los miedos de la quinceañera a su ingenuo placer de contemplar el humo de un furtivo cigarrillo que la lleva a ensoñaciones.
Desde un presente de vida en plenitud, María Paula Mones Ruiz rememora sus tres maternidades, consideradas milagros, tanto por su frágil figura como por las incumplidas advertencias de su temeroso médico. Luego, sus pláticas con los niños que van creciendo como así también la curiosidad por el mundo que viven. Su retorno a la infancia la detiene en sus clases de danza: <<¡Para que la música se parara de puntas ante mí! Y yo ante ella con mis primeros ritmos poéticos que fueron otra forma de danzar>> (39).
No sería arriesgada la afirmación de que el origen de la vocación poética de Paula está en sus clases de danza, en la clave musical que le permitió aunar ritmo y palabra, desde la emoción.
La perspectiva autobiográfica diseñada con el procedimiento de fluir de la conciencia, cede lugar a las voces narrativas de los hijos que rememoran el registro de sus ocurrencias en un cuaderno borrador que su madre siempre lleva consigo y así también el día en que la agasajan por haber obtenido la ansiada Licenciatura, con <<una escalera de besos>> (58) y un brindis a cargo del <<Campeón>>, apodo familiar del padre: <<Porque siga la clave en vos… y en nosotros>> (60).
Continuará la vida como la de todos los seres humanos privilegiados por el amparo y la contención de una familia, entre sueños y realidades, entre Reyes Magos y preparación para exámenes. Después, la llegada de un nieto y la sustitución del apelativo paterno por el de <<Viejo>>.
El Epílogo plantea la emoción de la autora ante su propio texto, que va construyendo mientras consume un cigarrillo cuyas volutas de humo la llevan a tiempos idos: <<… esos recuerdos, como pájaros, lucharon por migrar y planear desde el ayer para anidar en el hoy>>, nos dice (67). Pero también explicita su perplejidad ante la dificultad de encasillar su escritura en un género literario adecuado a la preceptiva, puesto que no se trata sólo de una nouvelle en la que la autoría se confunde con la subjetividad de quien escribe sino que también hay un monólogo interior que va enhebrando sucesos que exige la autobiografía abordada con el lirismo de la prosa poética que en algunas páginas cede lugar al poema en verso o al – conjunto de voces conversacionales que muestran la felicidad del hogar. Este cuestionamiento se resuelve en la postura moderna frente a los géneros discursivos; sencillamente porque estamos frente a la obra de un ser humano dotado de esa exquisita sensibilidad que confiere a su escritura ese ideal de intensidad, de candor, de noble belleza y de complicidad con los lectores.
Paula Mones Ruiz afirma la vida sencilla y feliz que aparece como atisbo, como fragmentos de memoria que envuelven cálidamente el cotidiano transcurrir de un hogar en el que el pronombre ‘nosotros’ es suficiente para derrotar el individualismo, un hogar en el que las tareas diarias tienen el marco de la alegría y el amor. Se trata de la plasmación de vivencias ejemplificadoras en un mundo que tiende a la disgregación familiar y a la pérdida de los valores esenciales que toda mujer debería reivindicar: la defensa de la familia, el amor conyugal y la maternidad como don de Dios.
Un libro que está protegido de la tentación de la arrogancia.