Homenaje R.M. Sobron

Querida Amiga:

Éste es mi humilde homenaje a tu bello ser. Este es el poema que elegí para pintar tu esencia, porque en él se abren tus pétalos de poeta… el legado de tu palabra, la Palabra, la poesía que siempre regaré con tu recuerdo. Y, por eso también, mientras anunciabas tu evasión, mi alma dictó unos versos que te he dedicado para que leas desde tu nueva casa.

Otoño de 2008

Rosa María Sobrón

De Por la esquina del tiempo (1994)
Mención de Honor – SADE

La Palabra

“Si pudiera alcanzar siquiera un
débil resplandor de la llama del Poema”
ANTONIO REQUENI

1
Me impongo la Poesía
Como una vestidura.
Es ésa la manera de vivir
Arropado. Vestido
Con luces de este mundo,
De otro mundo tal vez.
Me impongo la Poesía como una vestidura.
No estar desnudo es importante
Cuando las agresiones externas
Son capaces hasta de morirnos

2
¿Y serás tú la eterna seguidora
De días-tardes-noches?
Tal vez. Sólo te encuentro
Cuando una paloma de algún cielo
Sacude el corazón junto a mi sangre.

3
Quiero fundarte, Vida, en la palabra
Simple y alta. La que nos resume.
La que nos alcanza la razón,
Sinrazón de tantas cosas.
Inventar las presencias
Clarificadas, diáfanas.
Tendremos las estrellas y los astros.
Y la cola del Halley con colores de infancia.
Un Amstrong casi sol.
Una luna en la tierra.
Amándonos,
Besándonos.
La Palabra. El Verbo. El inasible y alto.
El verdadero Amor.

4
Busco tu filosofía.
¿La posees acaso?
¿Por qué tanta pregunta
si puedes encontrarme ingenua,
recién hecha
en el ruido febril de la Palabra?

5
Eres altiva Paloma de la Luz.
Siempre mía. Siempre tuya.
No canso mis pensares de sentirte.
De tenerte.
Altiva Luz. Paloma mía. De él o ella.
De todos. Pero mía.

6
¿Qué es este latido por la sangre
hecho palabra en el instante
fugaz de cada día y cada noche?
¿Qué es esta estatura de crear,
inaugurando nuevos pasos?
Filosofía del andar. Siempre juntos.
Tu sombra
Y mi consuelo.

7
Vuelta hacia el alma.
Escribir para hablar.
Rotular el silencio.
El nombre de la Nada.
Y la siempre Palabra.

A Rosa María Sobrón

(In memoriam)

…« Porque la poesía y vos
son una misma y única persona,
el escribano azul
puede dar fe ahora mismo
de la escritura de esta declaración
Yo firmo…»


María Paula Mones Ruiz – Otoño 2008

A ROSA MARÍA SOBRÓN

Podría imaginar que blancamente
estas sábanas aguardan tu partida.
Más, afirma mi latir, que sólo un desmayo
le ha ocurrido a tu nombre y que rosadamente,
te abres, sueñas, duermes,
sobre una balsa de alas, vida, poesía..
Ya no intentes amiga, con palabras
articular respuestas,
a mi mano apoyada, sobre tu mano durmiente.
Déjate llevar que yo sabré.
cifrar los altos signos de tu pulso de brisa.
Déjate llevar que ya en el aire
se expande la fragancia
de tu ser de sangre- miel,
de palabras blancas, de dolor y fe.
Déjate llevar como lo has hecho
y me has dicho se hace en la escritura
quien antes de nacer te mece
en las aguas calmas del latido de la Idea.
Déjate llevar, evádete
como una Principita, migrando con tus musas
Y abrázame y llámame, otra vez, ¡poeta!
Dios permita
que esta humilde pluma,
sobre tu alma de pétalo, escriba sin tardanza:
Rosa…vida. Poesía…viva
Rosa María, eterna, única, ¡alta!

SE DESHOJA TU NOMBRE

Se deshoja tu nombre
y tu fragancia de poeta
perfuma mi nostalgia.
Hay en el aire una extrañeza,
una rosada alquimia.
Otoño.
Te escribo.
Asciendes
y mi mano no parece
sobre el papel apoyarse.
Seguramente,
como una hoja otoñada
quiera suspenderse,
rozar tu vuelo,
y volver
sin tu partida.

HAY UN MAR EN TU MENTE CELESTE

Hay un mar en tu mente celeste
un mar que me habla
de tu silencio alado y enrejado de luz.
Hay un mar que te mece y ya libera
tus poemas nuevos.
Hay en lo alto un artesano
cosiendo con estrellas tus páginas inéditas.
Hay un mar de papel y un barco de piel
con bajitos marineros, mis versos, mis dedos
despidiéndote.
Y no tengo pañuelo. Y no quiero lágrimas.
Tengo
tus poemas de ayer.
Quiero
tus poemas de Cielo…
hoy
y mañana.

EL LUGAR DE SIEMPRE

3 de junio de 2008 (carta)

Amiga te escribo…amiga, te cuento, que muy poco tiempo después de tu partida, volví al lugar donde nos encontrábamos, dispuesta a ingerir el alimento de tu imborrable recuerdo. Fue ayer. Y no me senté en nuestro lugar de siempre. Me senté al lado, bien al lado de nuestro lugar de siempre.

Las copas de la mesa, las de al lado del lugar de siempre, no estaban solas…Las miré y me miraron, como brindándome tu presencia transparentemente rosada.

El pianista inauguró el almuerzo con una entrada que apetece al alma: Concierto de Aranjuez. Me trajeron la carta. El listado de platos recomendados llevó mis ojos directamente al postre que tanto nos gustaba y compartíamos casi… poéticamente, porque ese postre tenía el sabor de nuestra amistad blanca.

Volví mi vista a la mesa de al lado, la nuestra. Y vi. sentadas a dos mujeres que leían. Pero no leían la carta de platos recomendados. Leían poesías. Y las manos y las hojas y sus voces se fundían en alto vuelo. De las dos mujeres, una, tenía nombre de flor, como vos… ¡éramos vos y yo, leyéndonos!

Luego miré por instantes eternos la silla vacía que compartía conmigo la languidez de tu ausencia.

Pedí el almuerzo y ya no pude, durante ese tiempo, alzar la vista más que hasta la base de mi copa.

Luego, cuando lentamente logré levantar mis ojos nublados y húmedos, te divisé ¡tan de cerca!, sentada frente a mí. Te dije: “¡Viniste!”

Ya no pediría postre, ¿para qué? Y pensé: “¿hay acaso un gozo mayor, que el de tu presencia mágica en el lugar de al lado y también en éste?”

Pero el mozo, que todo lo observa y me observaba (y estoy segura de que también te recordaba) decidido, se aproximó a la mesa y preguntó: “¿Van a servirse el postre habitual? ¡Ya está pedido!”- “¡Por supuesto”!-contesté- sin plantearme si el verbo escuchado era realmente plural y como suena parecido, elegí celebrar con mi corazón la doble e íntima sensación de felicidad, por tu aparición tan dulce y tan deseada. Presente en tiempo y espacio, nuestro postre predilecto, como un “¡presente”! de tu parte como siempre y como antes, invitándonos a compartirlo.

El Concierto de Aranjuez seguía acompañando el ambiente y mi emoción seguía sellándose en cada nota. Sobre el piano un inmenso ramo de rosas perfumaba esa mágica y cálida experiencia.

Como cierre, la melodía concluyó y, yo estaba dispuesta a retirarme, cuando

con nostalgia, miré la mesa, y vi. una rosa apoyada sobre ella. No sé si lo imaginé pero me dije: “seguramente se ha escapado del ramo, me la llevo…”.

Confundida pero feliz, llevé la rosa conmigo como llevo a tu nombre y a tu poesía… (que es lo mismo).

Por la noche, abrí, al azar, tu último poemario de antología, para guardar dentro de él, el aroma y la magia de esta carta (como muchos han hecho y sería deseable sigan haciendo con los pétalos).El título de la página era: Sonetos para una ausencia. “No dejes la poesía”.

Gracias… Rosa María, amiga, por tu sincrónica y alta, señal de mandato. ¡Claro que no dejaré la poesía…ni ella me dejará a mí!

Porque “la poesía y vos son una misma y única persona”, el escribano azul, puede dar fe ahora mismo de la escritura de esta declaración…Yo firmo….

María Paula Mones Ruiz

M.P.M.R.
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